En Colombia, la violencia de género sigue dejando un impacto devastador. Según el Observatorio Colombiano de Feminicidios, hasta octubre de 2024 se reportaron 745 feminicidios en todo el país, superando los registros de los últimos siete años. Antioquia lidera la lista con 110 casos, seguido por Bogotá (74) y Atlántico (66).
Carol Rojas, directora del Observatorio, destaca que este incremento no refleja únicamente un aumento en los crímenes, sino también una mayor comprensión social del feminicidio. «Ahora existe una visión más clara de lo que representa este delito en la sociedad colombiana», señala.
El feminicidio, reconocido como un delito autónomo en Colombia en 2015 mediante la Ley Rosa Elvira Cely, es considerado la forma más extrema de violencia contra las mujeres. Sin embargo, las cifras van más allá de los números, mostrando historias de vidas interrumpidas, familias devastadas y un contexto que perpetúa la desigualdad y el abuso.
Aproximadamente el 35% de las víctimas eran madres, muchas de ellas principales proveedoras de sus hogares. Además, solo el 6% de las mujeres asesinadas tenían empleos formales, lo que refleja la vulnerabilidad económica y social que enfrentan muchas colombianas. La violencia también se origina en relaciones cercanas, ya que más del 36% de los agresores eran parejas o familiares de las víctimas.
Especialistas como Karol Martínez, de la Universidad del Rosario, insisten en la necesidad de medidas estructurales. «La dependencia económica y la falta de empleos dignos obligan a muchas mujeres a permanecer en entornos abusivos», explica.
Mientras las cifras de feminicidio encienden las alarmas, se mantiene el reto de abordar las raíces de esta violencia y proteger los derechos y vidas de las mujeres en el país.
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