Andrés Felipe Marín, alias Pipe Tuluá, quien se convirtió en una figura polémica en el pabellón de extraditables de la cárcel La Picota, ha vuelto a generar alarma nacional. Desde su celda, el criminal, señalado de múltiples delitos como asesinatos, extorsiones y narcotráfico, declaró la guerra al Estado y anunció un “plan pistola” contra el Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (Inpec) a nivel nacional, a partir del 23 de diciembre de 2024.
Marín afirmó que el Gobierno no cumplió los acuerdos relacionados con la política de Paz Total y que lo dejaron esperando la conformación de una mesa de diálogo. A través de un comunicado, justificó su amenaza como una respuesta al supuesto irrespeto y subestimación por parte de las autoridades.
Pipe Tuluá, quien alguna vez fue presentado como vocero de presos y bandas criminales en el Valle del Cauca, pasó de intentar asumir un rol conciliador a retomar su postura violenta. Su estatus dentro de la prisión, donde es tratado como una “celebridad” y recibe privilegios inusuales, ha generado críticas y preocupaciones entre los guardias del Inpec, quienes lo califican como un preso “imposible de manejar”.
El exministro de Justicia, Néstor Osuna, defendió en su momento la participación de Marín en el proceso de diálogo con el Gobierno, decisión que ahora está bajo escrutinio. Su estancia en el pabellón de extraditables, donde goza de privilegios, ha sido vista como un fracaso de la política de Paz Total y un riesgo para la seguridad nacional.
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