Tras el fallecimiento del Papa Francisco, el cardenal Kevin Farrell, actual camarlengo de la Iglesia Católica, asume temporalmente la administración de los asuntos vaticanos mientras se prepara el proceso para elegir al nuevo pontífice.
Farrell, de 77 años y de origen irlandés, ocupa este cargo desde febrero de 2019. Su función, esencial en momentos de sede vacante, es actuar como una figura de transición que garantiza la continuidad administrativa de la Iglesia, aunque sin autoridad para tomar decisiones doctrinales o de largo plazo.
El camarlengo tiene la responsabilidad de verificar oficialmente la muerte del pontífice, notificarla a la Iglesia, tomar posesión simbólica de las propiedades papales, y convocar a las reuniones de cardenales conocidas como «Congregaciones», donde se organizan las exequias y se fija la fecha del próximo cónclave.
Según las normas canónicas, la Curia Romana cesa automáticamente en sus funciones tras la muerte del papa, quedando únicamente el camarlengo a cargo de los asuntos corrientes. La tradición indica que el entierro debe realizarse entre el cuarto y el sexto día posterior a la muerte, seguido de nueve días de duelo conocidos como «Novemdiales».
El cónclave para elegir al nuevo Papa debe comenzar entre 15 y 20 días después del fallecimiento del pontífice. Mientras tanto, ninguna autoridad, incluido el camarlengo, puede asumir decisiones reservadas exclusivamente al papa, como la creación de cardenales o la modificación de normas eclesiásticas.
Con una combinación de liturgia solemne y precisión organizativa, el Vaticano entra en una etapa de luto y reflexión, mientras el mundo católico espera la elección del próximo sucesor de San Pedro.
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